Vuelvo
al tema de la ética en la dirección de empresas. Nadie ha dicho que dirigir
sea fácil, y menos aún que lo sea dirigir con ética. Pero esto último es muy importante: es
la diferencia que hay entre un buen directivo, en el sentido completo de la
expresión, y un directivo que solo sabe cumplir con la perfección técnica, que sabe hacer cosas bien, pero que no
sabe hacer lo que hay que hacer en cada caso, con visión de futuro y
sentido amplio de su responsabilidad.
Ser ético en la empresa es
difícil, por la naturaleza de las tareas de dirigir en la organización. Porque las decisiones con complejas; no hay tiempo para la reflexión,
falta información necesaria… La competencia es intensa, a ratos salvaje.
Sufrimos la tiranía de los resultados:eres lo que obtienes. Hay incentivos perversos, que llevan a hacer lo que no se debe
hacer porque a uno le pagan para hacer lo que no debe hacer. Hay mucha inercia, el “siempre se han hecho las cosas
así”. Está la trampa del éxito. Hay errores, inevitables, y la tendencia
humana a negarlos o a ocultarlos, con lo que es muy difícil cambiar.